martes, 7 de febrero de 2012

Burricie

Poca gente es consciente de la increíble capacidad de aceleración que tiene un burro. Yo mismo, fui ajeno a esa realidad, hasta una mañana de sábado del año 91. Cuando un primo mío, uno de los cientos que tengo pululando por el trópico, me invito a "cabalgar" en el burro de un tía suya, en medio de un paseo de fin de semana, en la finca de la mencionada tía. Tardamos un buen rato en poder subirnos al burro. La dificultad de subirse a lomos de un burro y la dureza del mismo fueron las dos primeras lecciones que aprendí ese día. 
Intentamos que el burro se moviera pero nos fue imposible. Ni los arres ni los taconazos en el costado. El burro quietico. Un poco desalentados y ya mucho más seguros (esa seguridad que dan cinco minutos sentado encima de un burro o un caballo) disponíamos a bajarnos, cuando el puto burro arranco a toda velocidad cuesta abajo. Gritando y agarrándonos el uno al otro y el otro al uno, fuimos rebotando en el marmoleo lomo hasta casi caer por la parte trasera del asno supersónico. 
Poca gente es consciente de la increíble capacidad de frenado que tienen los burros. Esa fue otra realidad que se me hizo presente la ya mítica mañana sabatina tras un aterrizaje facial. Debieron ser unos dos o tres metros, pero nos parecieron trescientos, los que volamos deseando caer y una vez caídos deseándolo no haber hecho. Dientes desportillados, pantalones rotos y unas cuantas lecciones para la vida. Pero serán Burros!, exclamo alguien (ni idea quién fue, el golpe nos dejo groguis durante algunas horas) tratando de ser gracioso.


The Donkeys
No Way

2 comentarios:

AnaBrunnen dijo...

Pero mira que eres ASNO...

Azul Sanchez dijo...

...confirmadisimo: otorga un placer sin igual, soltarselo a alguien: pruebe, pruebe y vera!