domingo, 30 de septiembre de 2012

Agua Helada

Por algún extraño motivo pensé que el viaje me llevaría a otro sitio. Y claro que me llevo a otro sitio, a otros sitios, un total de 1800 kilómetros por carreteras de todo tipo, podría decir. Pero es claro que pensé que me llevaría a otro sitio, a otro lugar.

Acostumbrado a viajar desde la comodidad de mi Loft imbuido en la lectura, pensé que el Viaje sería una bofetada de experiencias bárbaras que dispararían mi adrenalina, que me llenaría de sensaciones vitales, que me harían mudar, me harían dejar la piel que llevo desde hace algunos años para convertirme en ese otro, en ese otro que me gustaría encontrar por la mañana al mirarme al espejo.

Pensé que al llegar recibiría la Iluminación. Cuestión de fanatismo, cuestión de fe. Pero  la realidad, que se intuía mientras viajábamos, mientras la gasolina se consumía y las estaciones de servicio, dejaban paso a otras estaciones de servicio, iba tomando forma, la Forma del No. El Camino de la Iluminación, aquel Viaje Iniciático iba camino de convertirse en un fracaso monumental, en una pifia, en un error de cálculo. En mi Waterloo.



Cuando llegamos, un pueblo tan lleno de rotondas como tantos otros, las preocupaciones por encontrar la playa, por no atropellar a algún turista, por no perdernos, dejo liberada mi mente de la inminente sensación de derrota que se manifestó en forma de nubarrones de azul oscuro ("como un pulmón hundido en una tina llena de tinta negra").

Nos descalzamos y caminamos por la playa desierta hasta que el agua nos mojo los pies. Un agua helada la de Blanes, dije. Ella me respondió, tan helada como la de cualquier otro sitio. Y luego pensé que el calor de su aliento, que ese calor no lo encontraría en ningún otro sitio. Ha valido la pena, dije.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Sangra

La pasta era rosa y ahora es roja. Un pequeña variación que le indicaba el punto justo para detenerse. No le gustaba el sabor que se le quedaba en la boca cuando las encías le sangraba de más. Si sangra es porque esta vivo, se repetía en estas ocasiones. Desde el día que con su primo habían creído ver su primer muerto.

Fue en uno de esos amaneceres instantáneos, en donde, la violenta irrupción de la luz solar pilla desprevenida a la ciudad. En donde la Otra Ciudad deja ver todas sus costuras y durante algunos instantes confluyen los diversos ritmos, solapandosé los distintos palpitares urbanos. Donde la consciencia por la existencia del otro se revela de forma dolorosa. Tras este instante fugaz se alejan. Como un gatito asustado al ver su reflejo en el espejo.

El semáforo en rojo había detenido el autobús justo en perpendicular al Muerto. El vértigo de lo desconocido les impedía dejar de mirar. La ventana del autobús escolar se había convertido en una pantalla de cine, en un capítulo muy extraño de alguna serie. Hipnotizados, a ninguno de los conductores, le importo el cambio a verde del semáforo.

La corpulencia del tipo se veía magnificada por la extraña postura en que yacía. Como si hubiese quedado congelado en medio de un complicado paso de baile. La parte baja de la chaqueta, gris perlada, le había quedado doblada sobre la espalda y uno de los brazos no se podía ver desde ningún ángulo. La cara tampoco se le veía al tener el brazo que sí se le veía sobre ella. Uno de sus zapatos había terminado a unos dos metros de distancia.

El Vivo se acerco al Muerto despacio, con pequeños pasitos, como un padre que entra a comprobar que sus hijos duermen y teme despertarlos. Había recogido el zapato del Muerto y lo llevababa en la mano. Le toco el pie descalzo con la punta de su pie mientras echaba el cuerpo para atrás. Uno, dos, tres toques, cada vez más fuerte, más cerca. Dos segundos debieron pasar para que se lanzara sobre él buscando su cartera, su reloj. Y en un acto, inconcebible e infame, que rayaba en lo abominable, a desatarle el único zapato que tenía puesto. 

La indignación se desato en forma de bocinazos e insultos de calibre grueso, manos a la cabeza de señoras y puños en alto de conductores que bramaban por la "falta de respeto". El conductor del autobus entreabrió la ventana para lanzarle (con una efectividad del cien por cien) tres monedas antiguas que guardaba para sus diarias disputas de tráfico. Desde alguna ventana gritaban que ya habían llamado a la policía. El Vivo echo a correr, no sin antes gritar, a modo exculpatorio, que no "estaba muerto ya que sangra". Debió repetir una vez más Sangra antes de perderse tras la esquina. 

La ausencia de cartera, reloj y zapatos sirvió como inyección de adrenalina ya que el Muerto se levanto. Aturdido y sangrante, hizo el intento de perseguir al Vivo. Para caer otra vez a los pocos pasos y de paso abrirse un poco más la cabeza contra el suelo. Quedando su rostro de frente a ellos, en una horrible mueca muy parecida a lo que él hacía todos los días por la mañana después de lavarse los dientes.

Separaba lo más que podía los labios pero los dientes los dejaba juntos. Comprobaba la limpieza de sus treinta y dos piezas dentales. Algunas mañana veía algún hilillo de sangre. Y sabía que el sabor metálico lo acompañaría todo el día. Que tenía que haber parado antes de que la pasta se volviese tan roja.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Siempre de Hit, nunca de Foul *


Las dos superficies, lisas e inmaculadas, están unidas por un nudoso y tenso cordaje rojo. La forma que describe una curva alargada, como el símbolo del infinito pero sin llegar a cruzarse las líneas. Un curva natural, sencilla de seguir, como una pista de scalextric básica.

Los lanzadores saben que esas costuras son fundamentales. Colocan sus dedos sobre ellas, alrededor, en la parte alta o sin tocarlas para imprimir los distintos efectos, para descolocar al bateador, para lograr el strike. El secreto para dominar el Juego es dominar las costuras. Esa línea roja que gira alrededor de la bola. Ese hilo que visto al microscopio se muestra como una Dorsal Oceánica.


En alguna parte leí que Dennis Lehane había logrado situar a Boston como zona cero del nuevo Noir desplazando a las habituales Nueva York y Los Ángeles. Viendo la trayectoria de Lehane queda claro que así es. Autor de los libros y guiones de Shutter Island y (todo el mundo en pie con la mano en el corazón) Mystic River, que le llevaron a colaborar con (otra vez, todo el mundo en pie) David Simon y firmar varios guiones de The Wire, amén de varios libros elogiados a más no poder.

Cualquier Otro Día es un Novelón (y no solo por sus mas de 600 páginas). Situado en el Boston de entreguerras, de la precariedad laboral, del racismo, con la ley Volstead a la vuelta de la esquina, con los problemas familiares, la corrupción y el sueño americano, los inmigrantes, los Anarquistas. 


Una novela redonda. Por la que nos paseamos recorriendo sus costuras. Sintiendo el vértigo de la velocidad de la Bola Recta, sintiendo los mareos de la Bola Curva. Y lo mejor, el tremendo Home-Run (Cuadrangular!) que al final anota Babe Ruth. (Si así como suena, Babe Ruth)

*Reclamo publicitario del betún Chinola que alegraba las tardes radiofónicas de quién escribe esto hace ya algunos años a muchos kilómetros de aquí.

martes, 4 de septiembre de 2012

Wilfred

Noctámbulos charlatanes esotéricos nos animan a buscar nuestro animal interior. Como si la parte irracional de nuestro ser (un 90 % calculo)  se identificase con un animal. Claro, un animal de esos de Disney, hermoso y bonachón, graciosete y con unos kilillos de más, siempre dispuesto a la acción noble y con respeto máximo a los Códigos del reino animal (muy cercanos por lo que veo a los diez mandamientos, pero eso es otra Historia). En fin, Animales Disney, es decir, animales falsos y bidimensionales. Un puto león apesta, no canta canciones y probablemente prefiera comerse un brazo tuyo antes que llevarte de paseo por el Serengueti mientras saluda a otros animales y danzan con increíble habilidad.


Wilfred es una serie Extraña. Desde su Hobbitizado protagonista, pasando por su temática (Humor Negro, creo que le dicen los entendidos), pero sobretodo por Jason Gann o mejor dicho, Wilfred. Un perro gigantesco, dominado por su sicalipsis, drogadicción e irracionalidad. Un anverso de las obligaciones anodinas del Hombre de a Pie es el camino más directo hacia la locura o, mejor dicho, hacia la Vida Que Nunca Fue. 
Tiene ese punto negro en la onda de A dos metros bajo tierra (mucho más liviana, claro!) y de la autoparodia de Bored to Death. Recomendadisima.


 Así que no hay que buscar el animal interior. Con el que dejamos ver a menudo (animo a el lector a ver Los Refrescantes Programas del Verano o ver el Comportamiento de sus Congéneres en un Atasco) es suficiente. 
Si me queréis, Engorirlase ya! (Wilfredizarse ya!)