miércoles, 25 de septiembre de 2013

Canada

La memoria vaya artefacto más engañoso (y 2)

Suponga que el tipo que recibió el brutal balonazo en la cabeza un día intenta dejar de ser el tipo que recibió el brutal balonazo en la cabeza. Dejar de serlo es muy complicado, ya ha fallado en varias ocasiones. Se hace un promesa: será el último intento. Los anteriores fracasos lo han llevado a sitios muchos peores que donde empezó. Al fin de cuentas Mikasa no está tan mal, piensa. 

Idea un plan sencillo: romperle la jeta a alguien. 


Escoge su víctima. Lo golpea con toda su fuerza, con toda la rabia, imaginando que es un balón gigantesco, un Mikasa mojado, un golazo por la escuadra. El golpe no hace todo lo que tenía que hacer. El futuro Niño-Que-Recibio-Un-Puñetazo-Brutal se recompone y le propina una soberana paliza. Mikasa ensangrentado y rojo de rabia y de sangre (la nariz parece un tomate reseco) sólo es capaz de gritar a modo de amenaza: Mi Papa atraco un banco! mi Papa atraco un banco!*

Tenía razón: Mikasa no estaba tan mal.  



La historia anterior es totalmente Cierta y me vino a la cabeza tras la lectura de Canada de Richard Ford el cuál recomiendo a todo aquél que sienta simpatía por las voces tiernas, que descubren el mundo y su ignorancia sin miedo, que se extrañan de lo raro que es todo o mejor, de como lo más sencillo es tremendamente complicado.

*La historia de Mikasa es muy Cierta. Sólo he tenido que acomodar un poco los momentos y los personajes. Pero es Ciertísima.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Maik

La memoria: vaya artefacto más engañoso.

Imagínense a un chico que recibe un balonazo en la cabeza. Un balonazo brutal, que lo tira al suelo, que lo noquea. En definitiva, un balonazo que hace reír a todo el patio del colegio. Aquel balón perdido, un tiro que no fue gol, que se elevo y elevo y luego bajo y bajo hasta alcanzar la cabeza de nuestro desafortunado amigo, llevaba impreso lo que iba a ser su nuevo nombre: Mikasa. 


Con el tiempo, cuando Mikasa dejo de ser un humillante recuerdo y se había convertido en Mika o tal vez Maik como nuevo nombre de nuestro amigo, vuelve a tener otro golpe de suerte: se le rompe el pantalón en la entrepierna o se le escapa un pedo en clase de educación física. Tal vez sea algo terrible: una rodilla luxada o una abuela muerta. Da igual, alea jacta est: Mika, Maik, Mikasa, ya no podrás salir de ahí.



Como es lógico también Maik se acuerda mucho mejor que tú de todos sus golpes de suerte. Mika te contará, a la tercera cerveza, que no que no y que no (pero si nos reíamos todos juntos, argumentarás) y lo mucho que te odia(ba) (pero si somos amigos de facebook, piensas de camino a casa). Cada uno paga lo suyo. Apretón de manos, a lo mejor un abrazo sin convicción, vagas promesas de encuentros cercanos. Adiós, adiós y todos contentos. 

Al otro día dices que estaría bien contar la historia de Mikasa: soportas la resaca mientras la escribes en un blog. Mika sigue guardándose las cosas y no le ha contado ninguna de estas historias a sus compañeros de cuartel: soporta la resaca mientras le saca brillo a su fusil. 

viernes, 20 de septiembre de 2013

DesbarajustaDos

"En cambio, nosotros nos rebelamos contra lo que no nos gusta y, francamente, como lo que gusta a unos desagrada a otros, el acuerdo no es posible, pero aún puede pasar algo peor: que una supuesta solución desagrade a unos y a otros. Ésa fue ni más ni menos, la causa y el origen de la guerra española.
La República fallo, pero de eso ya hablaremos después" 

Ferra Planes 
El desbarajuste

A menudo, aupados en ese mantra que es Las Dos Españas, nos encontramos a algunos que nos dicen: la Guerra Civil No Ha Terminado. Aquí empieza un debate farragoso, de vena del cuello hinchada, lleno de medias verdades, nos lo saltamos (siiiii, alborozo en la sala). Pero los pondremos de acuerdo: lo que si amigos, lo que si es seguro, es que la Guerra Española no ha sido bien contada. 


Que gustazo leer El Desbarajuste. Las memorias de Ferran Planes. Las memorias de Su Guerra. Las memorias de su República. Las memorias de su Exilio. Memorias ciertas y tristes pero llenas de humor. Alegrías que no fueron y viajes sin retorno que terminaron donde empezaron. Memorias sin medallas. Memorias que originalmente iban a llamarse La Coña (que dos títulos más sensacionales)

No encontrarán héroes impolutos, almas cándidas, benefactores magnánimos. Tampoco los hay que desayunan niños crudos o que acarician gatos mientras planean el fin del mundo. Encontrarán gente que vio por su vida antes que por sus ideales. Verán ustedes soldados sin armas, cañones disparados para disipar el tedio, algunos que prefirieron robar jamones a quemar iglesias. Gente, vecinos. Usted querido lector. Y yo, claro. Las dos Españas famosas. 

sábado, 14 de septiembre de 2013

Hannibal

Comer: cortar, masticar, tragar.
Comer: mano, boca, garganta.
Comer: arrancar, triturar, engullir.
Comer: diente, lengua, faringe
Comer: cuchara, tenedor, cuchillo.
Comer: caliente, tibio, frio.
Comer: desmenuzar, roer, devorar.
Comer: cultivar, cocinar, deglutir.
Comer: olfato, tacto, gusto.
Comer: diseccionar, saborear, disfrutar.

 



miércoles, 4 de septiembre de 2013

Tecla

“Los libros solo tienen dos olores: el olor a nuevo, que es bueno, y el olor a usado, que es mejor”, Ray Bradbury.
 
Una noche en el club o aquello que decidimos Ser. O no Ser, que es parecido pero no igual. Una noche en el club habla de pulsiones que esperan tranquilas, latentes, agazapadas. De vidas que fuimos con la misma cara, con menos canas. Una noche en el club, sólo una más, oímos que piensan (si, oímos que piensan, como por telepatía, como en los sueños), oímos que piensan todos aquellos derrotados.
 
 
Una noche en el club de Christian Gailly no llega a las ciento cincuenta páginas. Y muchas de sus frases son repetidas (frases drónicas, que sirven de anclaje, ritmo! ritmo!). Un libro breve que es la bomba. Un hombre inclinado sobre un piano (¿o sobre un teclado?). Una puerta que se cierra y pierdes el tren. Un teclado que suena. Una voz (¿un maullido?) que acompaña. Dio con la tecla, pienso (¿el pianista? ¿el escritor?)
 
Una noche en el club paso a ser mío por tan sólo dos euros. Di con la tecla, claro.