viernes, 28 de diciembre de 2012

La Fabulosa Entrada 500

Aquél mapa, con tan sólo siete referencias, estuvo a punto de enloquecerme. Tanta era mi confusión que pensaba que respondía a una carta astral con una extraña alineación planetaria. Un Eclipse de siete planetas. Eso si sería extraño pensé. Siete planetas. Alineados. Haciéndose sombra los unos a los otros. Desquiciando a los animales. Rompiendo las leyes físicas y descuadrando relojes biológicos. 

El extraño funcionamiento de la mente me llevo a ponerme a calcular las posibilidades matemáticas de una conjunción astral de esas características. Que Huevón! Por Dios! Ante tanta belleza no hacía más que pensar en números y más números. Pero si no tengo ni idea de números! Lástima no haber tenido un maestro que me dijese eso de que los árboles no me dejaban ver el bosque. Lástima.


Así que caí en un espiral embriagadora de números, planetas, eclipses y mapas indescifrables. Una cuestión peliaguda, pensé. Un asunto espinoso, pensé. Un tema muy delicado, pensé. Me dedique a Pensar para luego empeorarlo y ponerme a Cavilar. Hasta que se hizo la luz. Bueno, realmente, se deshizo la luz. Mi proverbial ignorancia acudió una vez a mi rescate. 

Desobedeciendo toda la educación que recibí, incumplí eso de No Tocar, que tanto me repitieron de pequeño. Y toque. Y sucedió lo evidente. El truco, el secreto, la maña: era una Cuestión Táctil. De piel. De sentidos. Al dejar de pensar, aquel mapa indescifrable, paso a ser La Guía Práctica de la Felicidad en tan sólo Siete Pasos. 

(No creemos necesario aclarar que seguimos el camino. Lo transitamos con paso firme. Dando saltitos como unos colegiales que intentan evitar los charcos de un aguacero repentino. Solo que nosotros saltamos dentro, salpicandonos. Felices.)

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Madurez

Durante al menos cinco años, no existió frase que me repateara más que, "debes madurar". Esta y todas sus variantes. Madure, no sea infantil, no sea niño, dejesé de tonterías y demás flechas heladas que atravesaban el corazón de este cronista en su época adolescente. Una conjura en toda regla fue lo que sacudió a todas las féminas que habitaban La Blanca Estrella que Alumbra Los Andes en el quinquenio comprendido entre 1994 y 1999. Luego, el inminente Fin del Mundo, dejo a mi falta de madurez como un problema secundario.


El día a día respondía a una complicada ecuación, donde intervenían factores tan dispares como Picores propios de la edad, Bozo (ausencia y luego exceso), descubrimiento de Las Mujeres y su Loco Universo, frustraciones deportivas, urgencias por escoger una carrera para Toda la Vida, preocupación constante por encajar y al mismo tiempo destacar, Vestuario y decidir si entregarse a Vicios Varios. Y por si fuera poco, las chicas se empeñaban en abofetearme con frases cuyo núcleo central era La Madurez. Poco a poco se fueron uniendo, en plan gavillero, como buenos gorileros, atacando a mansalva, los profesores, los tíos, las tías, los padres. Llegando incluso a ser pronunciada, para pasmo y odio eterno, por alguno que se llamo Amigo.

El No Fin del Mundo relajo a todos respecto a ese tema. Bueno, y también que me fui de la Blanca Estrella que Alumbra los Andes. Eso me dio unos años más antes de abandonar el mundo de las Incertidumbres, me dio el chance de poder seguir riéndome sin miedo a ser tratado como un imbécil (en serio, ¿porqué se toma la risa como síntoma de imbecilidad?), me dejo actuar libre de compromisos y me impidió retrasar la llegada a mi vida de frases tipo "no te rías que esto es un tema muy serio".


"Algún día todo este dolor te será útil" trata de todo esto. O de nada de esto. Es una lectura recomendada. Es un libro breve que es la bomba. Es, como diría alguno que sabe, una Lectura Deliciosa. Es divertido sin serlo y es muy serio sin serlo. Tiene esa virtud, rara y excepcional, que convierte un libro en una conversación, en una platica amena, en donde escuchas la historia sin la menor intención de mirar el reloj, sin importar las prisas por madrugar. 

A leerlo, carajo!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Pulpo

Poesía Cruel nos lleva a ese Miami que Tony Montana nos enseño. Una versión del sueño americano con subtítulos en español. Cocodrilos y moteles baratos. Violencia y sudor. Sexo y sexo. Un Miami que se aleja del glamour de cartón piedra y silicona. Acción desmadrada en habitaciones baratas. Picaduras de mosquitos por todo el cuerpo. Sin CSI. Más pesadilla que sueño.

Vicky Hendricks construye unos personajes inolvidables. Daríamos un brazo por entrar en un bar y poder invitar a Renata a beber algo. Por caer al igual que Francisco, que Jules, que Richard víctimas del embrujo que despide. De ser parte de ese Universo que pivota alrededor del Sexo. Inocente, salvaje, puro, pagado, sangrante, divertido. Por vivir con el corazón a 180 pulsaciones por segundo.

El libro, el objeto, es un artefacto de bellísima factura. Llego a nuestras manos gracias a una de esas iniciativas de crowfunding que afortunadamente llego a buen puerto. Esperemos que sigan por ese camino la buena gente de Es Pop.
(Podría contar una historia muy extraña acerca de un pueblo perdido de Mallorca, una editorial emergente y una promesa cumplida sin ni siquiera darme cuenta. Una historia que ni Corin Tellado. Pero mejor no)

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Maletas

La respuesta es tan obvia que no te atreves a decirla. En algún lado estará la trampa, piensas. Te rehúsas a creerlo. Lo has visto en cientos de películas. La trampa, los palos afilados al fondo, cubiertos por unas hojas resecas, esperando tranquila a ser alimentada con un incauto más. Sabes la respuesta pero algo te dice que no la digas. Sus ojos esperan mi respuesta.



Tenía ganas de leerlo desde hace tiempo. Todas las críticas son favorables. La portada es atractiva. Jordi Punti el autor y Maletas Perdidas el título. La premisa de partida es ingeniosa, curiosa. Algo tan imposible que puede ser cierto. La lectura lo atrapo, dirá alguno. Se perdió en sus páginas, dirá el otro. Lo que es seguro es que me hizo el viaje corto y menos turbulento. 

Al bajar del avión como no podía ser de otra manera me perdieron la maleta. Detalle sin importancia ya que, esto si era más grave, yo mismo me encontraba perdido. Si no llega a ser por ese wassup salvador que me guió a través de las maletas (maletas en carritos, maletas con ruedas, maletas de asas) que pueblan esa trampa mortal que es cualquier aeropuerto mediterráneo.


Hacía ver que estaba pensando. Haciendo como si tratase de recordar. Llenándome de un aire grave, como había leído que los personajes en mi situación tenían que hacer. Asintiendo con lentitud, reconcentrado. . Amagando con enunciar la respuesta una, dos veces. Es un cocodrilo, dije finalmente. El brillo tricolor de sus ojos (el mismo que vi el Día que Me Perdí en un Aeropuerto) me confirmo que estaba en lo cierto.