viernes, 31 de mayo de 2013

Erase una vez Lolita

Pues resulta que no, que no me había leído Lolita. Y como no, como no me iba a sorprender!, con el aguzado y mordaz humor de Humbert Humbert. Un monstruo, un infame, un cerdo depredador. Pero gracioso que le vamos a hacer. Un observador notarial de la cultura americana. Un adjetivador como pocos ("pantorrilluda"). Un ser repulsivo que nos hace sonreír. ¿Empatía?¿Comprensión? No. Pero Nabokov nos lleva hasta muy cerca.

También me sorprendió Lolita, Dolores, Dolly. Por alguna extraña circunstancia que no alcanzó a comprender, aunque sospecho de la televisión y el cine, me figuraba a la Nínfula como una beldad que volvía loco a cualquiera que tuviese la desdicha de cruzarse en su camino. Una actitud buscada y propiciada por la misma niña, que sabedora del brutal influjo al que sometía a los hombres, abusaba de su condición para conseguir toda clase de caprichos. Pues después de leer las casi cuatrocientas páginas sigo buscando a esa pre-púber por que en mi edición No aparece.

 Suponemos que nos los tenía puestos a la hora de escribir, pero a saber....

Y por último la constatación página a página de, no solo estar ante una Obra Maestra, si no que el escritor es poseedor de una sabiduría Arcana, Catedralicia. Un saber de otra época, de códigos desaparecidos ya, de versos recitados en medio de borracheras, de alusiones constantes, de ser transmisor de una Cultura. Capaz de jugar en varios idiomas, de transmutar e inventar palabras. En definitiva de un Genio. 

Un libro Diez, valiente, divertido, trágico, de esos que van a batallar sabiendo previamente que van a ser derrotados.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Correos(o)

El estruendoso y achicharrado sonido del timbre me sobresalto. Cartero, dijo. Más catálogos de muebles y ofertas de embutidos para nuestro buzón, pensé mientras volvía al sofá.


Entre las ventajas de mudarse de ciudad esta la de ser un turista-residente. Un tipo que obligado por su "recién llegadez" tiene que ir a sitios donde los autóctonos no van, entre otros motivos, porque esta lleno de turistas. Así, se da la extraña circunstancia de que un novel en la ciudad pueda sorprender a los lugareños indicándoles lo impresionante que es tal sitio, lo bonita que es aquella plaza o que no son tan caros los cafés en esos bares tan modernos. (Aquí el turista-residente suele equivocarse ya que esos bares Siempre son caros).
Pues resulta que yo me encuentro en una situación de ese estilo. Vago por calles que ya me suenan. Me pierdo en plazas muy parecidas. Asisto ojiplático al espectáculo del amanecer mediterráneo. Intento descifrar las explicaciones de las marquesinas de los autobuses. Compruebo aliviado que hay el Corte Inglés. Y, como no, dedico buena parte del día a entrar en bares. Bares de todo tipo.

Un hombre toma el micrófono y comienza a hablar y yo me digo que aquí algo no va bien. Miro a ambos lados y veo cabezas que asienten. Cuando da las gracias por venir sé que la encerrona será grande. La maldita costumbre de no pagar al instante me impide escapar. Mi natural inclinación al alcohol me impide dejar la cerveza por la mitad. De la mesa de al lado se levanta un hombre al que le faltan unos veinte centímetros de altura. El poeta reivindicativo, entiendo que dicen. Dinamita social, creo oír. Conciencia moral, me parece escuchar. No estoy seguro de lo que oigo, mi juicio esta alterado, soy un manojo de nervios. Mi condición de turista-residente me ha llevado a Un Recital de Poesía. Una res pidiendo hora en el Matadero. Otra cerveza, ordene con señas sabiendo que lo que vendría necesitaría alcohol. Mucho alcohol. Alea Jacta Est.


Estaba a punto de ponerme a escribir una entrada sobre la condición de turista-residente cuando sonó el timbre, también brutal e inmisericorde, de casa. La lentitud del ascensor y las nueve plantas de distancia habían hecho que me olvidase del primer timbrazo. La ilusión por recibir algo que no fuera un recordatorio del banco o la factura del teléfono me hubiese hecho firmar lo que fuese. Me entrego un paquete con forma de libro. La sensación de ser observado por el cartero me obligo a mirarlo a la cara. Era él, el Poeta Reivindicativo.

El falso bardo creyó reconocer en mí a uno de los suyos. Pensé en los Escritores Bárbaros. Pensé dar un violento portazo que le rompiese las gafas. En huir (pero ¿a donde? si no conozco esta ciudad!)  No hice nada. Firme aquí, me dijo cómplice.

*¿cuánto tiempo durará la condición de turista-residente?

lunes, 27 de mayo de 2013

Dígalo Fuerte

"-Déjame que te diga una cosa, God-frey: si vamos a andar por ahí escuchando esta puta música de nenas, será mejor que me bajé los pantalones para dejarte que me la chupes.
Dicho lo cual, Leonard buscó en la guantera algo más estimulante, y acabó sacando una casete de Big Star que le gustaba mucho."


De Jeffrey Eugenides somos absolutamente Incondicionales desde que tuvimos la inmensa suerte de leer las vírgenes suicidas (un libro Top, como diría un famoso entrenador). Con Middlesex nos volvió a maravillar. Y ahora, 
Y ahora se marca una Historia de Amor. 
Un Amor tremendo. Un triángulo astillado. Amor incondicional. Amor equivocado. Locuras de Amor y Amor de locos. Un caleidoscopio de emociones, de situaciones. Demostración de poderío y sabiduría del señor Eugenides.


Dígalo conmigo y dígalo fuerte: Eu-Ge-Nides. Tres veces en ayunas cada día y verá que bien le va! 

jueves, 23 de mayo de 2013

Di-Fens, Di-Fens

Que un Resultado no lo explica todo lo sabe cualquier aficionado al deporte. Siempre existe un tiro al palo, uno que se sale de dentro, una tuerca mal apretada en boxes, un casi, un huy!, que explican mejor el resultado, que dan sentido a la frialdad de las cifras. Incluso análisis posteriores que explican malestares, fiebres, pequeñas lesiones, enfados personales, una táctica fantástica. Adornos que redondeen la cuadricula numérica. 

En el béisbol  el deporte americano por excelencia, el deporte de las estadísticas, de los cromos, el del pequeño Tim bateando un homerun que los hace campeones estatales, dedos inmensos de gomaespuma que apuntan al cielo, de las gorras y el himno antes de cada partido. En el béisbol en la frialdad del resultado, sin los sudores del esfuerzo, como parte del marcador esta una E que señala y marca los Errores cometidos por cada equipo. Como parte fundamental del resultado, como esencia misma del juego. El Error.


Para disfrutar con El Arte de la Defensa no hay que saber nada de innings, shortstops, del síndrome de Steve Blass, de los campus universitarios, de batidos hiperprotéicos, tesis doctorales o Herman Melville. Porque como todas las buenas historias esta no se circunscribe a un terreno exclusivo. La armonía con que la historia se desliza, con un swing hermoso de los que rompen el viento produciendo un sonido amenazante, nos llevan a un terreno familiar, al de los juegos, al del deporte que no es más que la vida con menos reglas, algo más simple.

No nos extraña que la HBO comprase los derechos audiovisuales y nos relamemos con lo que puede ser el producto final. 
* Pregunta Para Subir La Nota ¿Por qué el deporte (el que sea) es prácticamente inexistente en la literatura española? (y no como tema principal, no libros de deporte, si no obras donde el deporte sea parte importante del desarrollo)

lunes, 20 de mayo de 2013

Raíces

Hoy he montado una estantería y claro:

Recuerdo dejar Plataforma, con Houllebecq fumando en su provocadora portada, una tarde de universidad; o esa noche después de trabajar que salió el nombre de Hawthorne y también te deje mi Wakefield; y esa tarde de amores calurosos donde no dude en dejarte mis Ojos de perro azul en tapa dura y con la risa que me produjo la madre asustada ante la posibilidad de que su hijo siguiera creciendo una vez muerto y terminara por no caber en el ataúd, para convertirse en un muerto deforme.....

Una de las últimas instantáneas que se tienen del mítico y ya desaparecido Loft de Duque de Pastrana

...libros que de momento no han vuelto a mí  (y más, muchos más) y que dudo mucho que ya lo hagan. Libros que compre en una ciudad en la que ya no vivo; libros que dejé a personas de las que no he vuelto a saber nada; libros que sin saberlo cuentan mi historia y que siguen marcando mi futuro. 

Me siento muy bien así, con mis raíces en paralelo al suelo, buscando la pared, la estantería. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Zen Laboral

Por ese entonces mi experiencia en oficinas era nula. Ese fue mi primer trabajo de escritorio. Ya sabes, con horario de nueve a seis, máquina de café con precio reducido y tarjeta para entrar al edificio. El trabajo, por si alguno se pregunta, era maravilloso, sencillo, placentero y bien pagado. Iba camino a convertirme en un Triunfador. Fue por ese entonces, en ese tiempo de experiencia nula de oficina y de sueños de superación (estuve cerca de darme de alta en el Canal Plus, incluso!), cuando me aficione a The Office. Iría por su segunda temporada. Aquél documental extraño lleno de personajes aún más extraños me embobo. Vi y repetí capítulos, memorice diálogos, reproduje gags...


¿Quién me iba a decir, a mí un Joven e Inexperto Oficinista, que esos extraños personajes de la lejana Scranton no eran muy diferentes de los ocupantes de la primera planta de ese sitio que yo, criatura inocente, calificaba como mi segundo hogar? El jefe que-no-sé-sabía-bien-cual-era-su-trabajo, el jefe (otro más!) que roncaba a un volumen estratosférico, el alcohólico impenitente, el heavy skater y el heavy sin dientes, la eficiente trabajadora, el sobreviviente nato dispuesto a apuntarse cualquier tanto, los informáticos (para un libro tienen!). Y más, claro....
Terminan las aventuras de Dunder Mifflin con un aire a felicidad completa. Con la seguridad de que el mayor tesoro de norteamérica (el Papel, claro!) esta en buenas manos.


De los enloquecidos compañeros de Oficina me quedo con las enseñanzas que me dejo un patán, de aficiones aspiradas y cefaleas propicias para el escaqueo laboral. Por muchas ganas que tuviese de defecar en casa, aguantaba, regulaba su organismo, fibra y cosas de esas, para poder hacerlo en horario laboral. No hay más satisfacción que sentir que me pagan por cagar, decía. Curiosa manera de devolverles la jugada, no? Zen Laboral creo que es.

viernes, 3 de mayo de 2013

Elba. Stringer. Luther

Y de repente dices: mira Thomas Carcetti es Little Finger en Juego de Tronos. O, Bunk ahora hace de músico en una serie sobre Nueva Orleans . O, anoche vi una serie donde Stringer Bell hacia de policía.....


Luther es una serie de detectives pero no trata de detectives. Ni de casos. Ni de brillantes asesinos. Ni de cadenas de mando policiales. Ni de complicadas pruebas forenses. Ni de astucias Sherlockianas. Ni de persecuciones con coches destrozados. Por supuesto que en Luther suceden todas estas cosas. 

Idris Elba es Luther y su humanidad, enjaulada en traje y corbata, luce más amenazante que nunca. Esperamos el estallido, el gran bang que parece inevitable. Elba esta magnífico. Su atribulado personaje, sufridor y devorado por él mismo, lucha por lograrlo, por no Dejar de Ser. 


Con la garantía de la BBC el detective Luther promete defendernos de eso que llaman Caja Tonta. 
También estamos ansiosos de echarle mano a la novela.