Yo, en cambio, siento el orgullo del vampiro. Por ejemplo, durante años actué en literatura como un perfecto parásito. Posteriormente me fui liberando de mi atracción por la sangre de las obras ajenas y hasta, con la colaboración de éstas, me fui haciendo con un obra inconfundiblemente mía: discreta, de culto, medio oculta, tal vez excéntrica, pero que me pertenece y está muy alejada ya del uniformado ejército de lo idéntico. Con todo, paso temporadas en las que recaigo ligeramente en el vampirismo de antaño.
EL Mal de Montano
Enrique Vila-Matas
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