Nos envió a una conferencia de Imre Kertész del cual nadie había escuchado nunca ni la más mínima palabra. Un señor mayor. Un tipo que había nacido en un país que ya no existía. Sobreviviente de los Nazis, de los Comunistas, de los Capitalistas. Lanzamiento mundial de su última novela (complicadísimo juego de espejos que alterna entre el ensayo, el teatro, las memorias). Canapes y bebidas. Periodistas de verdad y gente de alto copete.
Fuimos con el convencimiento de que no nos dejarían pasar. Decid que vais de parte mía, grito nuestro regordete profesor, bastante alterado ya que al parecer gozaba con un posible desbordamiento o colapso del evento. Y haced preguntas, dijo, mientras volvía a su curiosa costumbre de juguetear con sus manos en los bolsillos del pantalón. Viajamos en el metro todos juntos. Como un rebaño. Procuramos hacer mucho ruido y bromas soeces.
Un alumno levanto la mano y dijo "para mí la escritura es la Luz, ¿qué es para ti la escritura?" Menudo patán, pensé. No solo tuteaba a un señor mayor que ha ganado un Nobel sino que además había realizado un pregunta estúpida. El anciano, después de escuchar la traducción, hizo un gesto a medio camino entre imbécil y calla-asno. El alumno se levanto, sí, se levanto en medio del patio de columnas del Circulo de Bellas Artes, y grito "La Luz, la escritura es la Luz". Vi como el anciano escritor se inclino sobre su traductor, o editor, y juro que dijo en un perfecto español "a este lo gaseaba" pero nadie me ha creído nunca.
Como es de suponer este alumno se convirtió en una pequeña celebridad, obtuvo sobresaliente y sus opiniones pasaron a ser valoradas. Poco tiempo después deje la Universidad.
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