lunes, 22 de noviembre de 2010

El Sesenta y Nueve

Ante la magnitud de la obra iniciada el joven, se decidió por crear un método que, en algún modo, así fuera pequeño, facilitara su tarea. Como crear un método también se revelo como una tarea ardua, y que además requiere cierto tipo de ingenio que él sabe que no posee, opto por la vía más rápida, y a su entender recta, el copiar. Leyó una vez en un revista (Dinners Club Julio o Agosto de 1986 no recuerda con exactitud) acerca de un sencillo paso a realizar antes de decantarse por la compra (o hurto) de un libro: la lectura de la página 69. Regla que desde entonces, si bien con variaciones, siguió y sigue utilizando.

Demasiado pequeño, e inocente incluso, para dotar al número de sus connotaciones sexuales, jocosas o "picantonas" creyó que el número respondía a su capacidad para ser leído tanto al derecho como al revés y comenzó a utilizarlo con un éxito inesperado tanto a un lado como otro del Atlántico. Llegando incluso a crear un pequeña, es más pequeñísima, escuela de seguidores , que si bien en un principio se muestran escépticos y descreidos, luego se convierten con fervor y una pasión a entender de muchos exagerada.

El libro debe ser comprado siempre, si:
  • La página 69 es comienzo o final de un capítulo.
  • En la página 69 matan a alguien de un navajazo.
  • En la página 69 se produce un adulterio.
  • La página 69 esta defectuosa o tiene errores de impresión.

El libro nunca debe ser comprado, si:

  • En la página 69 no existen puntos y aparte.
  • La página 69 se corresponde a una ilustración.
  • En la página 69 predominan las frases subordinadas.
  • En la página 69 se descubre el nombre del asesino.

Es verdad, hay gente que sigue estos pasos, como dicen algunos, a raja-tabla. Y son felices con sus compras (o hurtos).


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