Como promedio - también salía siempre el mismo promedio en esto, también aquí era siempre Vernon el adusto maestro de ceremonias-, la mujer de Vernon le hacía una fellatio cada tres apareamientos, o 60,8333 veces al año, o 1,1698717 veces a la semana. Vernon le hacía a ella el cunnilingus bastante menos a menudo: cada cuatro cópulas- cómo promedio-, o 45,625 veces al año, o 0,8774038 veces a la semana. Sería erróneo pensar qué las variaciones llegaban sólo hasta ese punto. Vernon, por ejemplo, sodomizaba a su mujer dos veces al año: el día de su cumpleaños, lo cual parecía bastante justo, y también, irónicamente(o, al menos, a él se lo parecía) el día del cumpleaños de ella. Vernon lo atribuía a las caras noches que pasaban fuera en tales días señalados, y más particularmente a los efectos del champán. Vernon siempre se sentía terriblemente avergonzado luego, y a la mañana siguiente, en el desayuno, era la mustia personificación del bochorno y el remordimiento. La mujer de Vernon nunca decía nada al respecto, lo cual facilitaba mucho las cosas. Si hubiera dicho algo, Vernon probablemente habría dejado de hacerlo. Pero nunca dijo nada. Y lo mismo sucedía cuando eyaculaba en la boca de su mujer, lo cual hacía una media de 1,2 veces al año. A la sazón llevaban diez años casados. No les iba mal, pues.
Martin Amis
Deja que cuente las veces (cuento)
Mar Gruesa (Libro)
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