viernes, 9 de marzo de 2012

Ron

Como excelso y extenuado Bebedor de Ron, como sufridor gozoso de sus efectos, me he visto en la obligación de indagar, de pesquisar, acerca de él. Y no, no solo con la sed legendaria que parece imposible de apagar (pero en que cabeza cabe, apagar un fuego con alcohol, en que cabeza) con la que he sido bendecido/castigado. En una de esas me he encontrado con este fragmento que además de educativo me ha hecho reir.
 
(Me ha sido imposible, pero la idea era meter las siguientes frases : beber hasta la sobriedad, estoy sebrio (o borracho por asimilación), y lucidez etílica. Lástima que no lo lograse, me hubiese salido una entrada redonda).
 
"Al ser un subproducto del azúcar y al dispensársele un mínimo cuidado en su hechura, muy pronto el ron estuvo al alcance de todo el mundo. En las colonias de Nueva Inglaterra era tan barato que en algunos casos el jornal de un día podía mantener a un trabajador completamente borracho durante una semana. Las riñas, los altercados, las alteraciones del orden público se volvieron cosa de todos los días. Kill-devil (literalmente, “matadiablos”) o rumbillion (“barahúnda” o “pelea violenta”) eran las palabras primitivas con que se designaba al ron y que permiten imaginar cuáles eran sus efectos cuando la gente lo bebía en exceso.
 
Con estos antecedentes, nadie se sorprenderá de que el ron arrastre la fama de ser barato y mortífero. De hecho, en todas partes de América Latina existen chanzas que celebran esta condición. En Cuba se llama a los rones malos “Chispa e tren”, “Uña e tigre”, “El hombre y la tierra”, “Espérame en el piso”, “Duérmete mi niña” o “Pancho el Bravo”. Los amantes de los deportes extremos, aquellos a quienes les gusta el destilamiento casero, beben ron Walfarina, en alegre distorsión de la palabra Warfarina, que es un veneno para ratas muy conocido en la isla. En Medellín existe el ron Jamaica, popularmente conocido como “Jumanji”, y aquí en Bogotá, sobre todo en licoreras del centro, es posible conseguir el Bretón, tan barato y tan dulce que sus malquerientes lo apodan el “Po-bretón”. Esta zumbonería llega hasta el punto de joder con la supuesta calidad inferior del ron frente a otros tragos. En algunas regiones de la costa colombiana es común que las botellas de whisky se usen para envasar rones de alambiques domésticos. Su nombre es maravilloso: “En cuerpo ajeno”. Y en Barranquilla, en lo que pudiéramos calificar como una de las propagandas más inverosímiles de la historia, se anuncia al Hattfield como “el ron para los que saben de whisky”.
 
Mario Jurisch Durán
Memoria feliz de un bebedor de ron

1 comentario:

Francesc Bon dijo...

La bebida de los piratas por excelencia !!