lunes, 12 de julio de 2010

Violinista

Porque era imposible no pensar en un violinista diabólico (bueno, en uno poseído) al ver el movimiento de sus brazos al golpear el balón.
Recuerdo ver llorar a un señor mayor. Yo era pequeño y creía que solo los bebés lloraban (llorábamos).
Porque no eran astronautas pero paseaban entre rascacielos agitando sus sombreros. Vistos desde arriba (Google Maps!) parecían abanicar o protegerse de los besos aéreos que les tiraban.
Afilados los rasgos, dicen que por la presión, por el estrés, otros dicen que es hambre pura y dura.

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