La segunda temporada de Breaking Bad ha dejado el listón alto, altísimo. En una escalada constante de hechos increíbles (pero no increíbles por inverosímiles sino todo lo contrario: por reales) que me dejo con la sensación de que la tercera temporada será, cuando menos, acojonante.
El personaje que interpreta Aaron Paul, ese prototipo de la white-trash, clónico de Eminem, no es más que un pobre desgraciado. Un desgraciado, un tipo al que sencillamente todo le sale mal, un tipo al que la suerte no le sonríe nunca, un tipo que tiene lo que se merece.
El personaje que interpreta Aaron Paul, ese prototipo de la white-trash, clónico de Eminem, no es más que un pobre desgraciado. Un desgraciado, un tipo al que sencillamente todo le sale mal, un tipo al que la suerte no le sonríe nunca, un tipo que tiene lo que se merece.
Me gusta el personaje: Jesse Pinkman, ya que entronca con toda una tradición americana, que no loa, ni se regocija en el dolor ni en el sufrimiento, que no aplaude el malditismo, que no glorifica las adicciones, que no busca un culpable (como le gustaría a más de uno decir a pleno pulmón: La Sociedad!), el sueño americano sin aditivos ni colorantes que resulta ser la pesadilla americana.
Jesse podría ser un personaje de "Ángeles Derrotados" de Denis Johnson un libro que recomiendo encarecidamente aunque advierto, inútilmente, de su crudeza, de su falta de final-feliz, aquí nadie come perdices.
Breaking Bad una de mis aficiones favoritas. Véase en inglés, no ya por snobismo (que támbien) si no por que el español es muy importante en la serie.
Jesse podría ser un personaje de "Ángeles Derrotados" de Denis Johnson un libro que recomiendo encarecidamente aunque advierto, inútilmente, de su crudeza, de su falta de final-feliz, aquí nadie come perdices.
Breaking Bad una de mis aficiones favoritas. Véase en inglés, no ya por snobismo (que támbien) si no por que el español es muy importante en la serie.
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