viernes, 28 de febrero de 2014

Real(idad)

Pues resulta que no, que True Detective no trata de detectives o asesinatos. Los hay. Pero no, no va de eso. Tampoco trata de

- La América profunda, la del Cinturón Bíblico, la pantanosa y húmeda.
- La White Trash, perdida en Cristal que no refleja más que su final.
- Asesinos Tatuados, diablos metafísicos que controlan fórmulas secretas.
- Prostitutas Redimidas, ángeles carnales con mayor capacidad de destrucción que la bomba H.
- Relaciones Personales, que nacen y claro: se van a la mierda, enfangandolo todo.
- Predicadores Etílicos, derrotados en su segundo renacer.
- Poder Corrupto, de hombres canosos que se abanican en porches.
- Del Bien (o del Mal), del paganismo o del catolicismo, de arrollidarse o de hacer que se arrodillen.
- De la Música, insana compañía de atardeceres del fin del mundo.

No, de nada de eso.


True Detective es un ejercicio mayúsculo de narración. De historia contadas y recontadas. De mentiras que no afectan a la verdad. De La Historia, de como se nos cuenta, de que poco sabemos, de porque no tenemos que confiar, de las aristas que proyectan sombra. 
La grandeza de True Detective no radica en que, aún queriendo saber quien es el asesino, lo que realmente queremos saber es quienes son los que los investigadores. Nos interesa Hanibal Lecter pero lo que queremos saber realmente es quién coño es Clarice Starling.

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