La música Pop es cruel con sus estudiosos.
Años de esfuerzo para ir recopilando discos, grupos, canciones. Años para ir formando el Imaginario Musical (sellos, reediciones, compositores, arreglistas, estudios de grabación, direcciones de casas discográficas, todo vale, todo es necesario!). Años que dejarán al estudioso del Pop con Compilados de fabricación casera de un altísimo nivel que siempre recibirán la aprobación unánime de todos los amigos a los que obsequia con él, sus canciones aceptadas sin dificultad, sus estribillos coreados.
Este es un primer drama: todo aquel estudio para llegar a la misma conclusión que el advenedizo: que canción más bonita! que temazo! que trallazo! que píldora! que temarro!
Terminaba Breaking Bad con Badfinger como banda sonora. Diez segundos después twitter y facebook se llenaban de vídeos del grupo. Todos se declaraban absolutos e incondicionales seguidores de los galeses. Los programas de radio abren con ella. Spotify registra un aumento del 9000% en las reproducciones del grupo. La pedirán a algún pinchadiscos ese fin de semana (la pedirán como la canción de Breaking Bad, así, sin nombre, tan bastarda).
Aquí, como es lógico, el Estudioso se morderá los codos con tanta aprobación y visibilidad de uno de sus tesoros. Para su fortuna Internet da y quita por igual: una semana después Badfinger vuelve a ver como el polvo cae sobre sus discos.
Lo dicho: un pequeño drama.
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