La pasta era rosa y ahora es roja. Un pequeña variación que le indicaba el punto justo para detenerse. No le gustaba el sabor que se le quedaba en la boca cuando las encías le sangraba de más. Si sangra es porque esta vivo, se repetía en estas ocasiones. Desde el día que con su primo habían creído ver su primer muerto.
Fue en uno de esos amaneceres instantáneos, en donde, la violenta irrupción de la luz solar pilla desprevenida a la ciudad. En donde la Otra Ciudad deja ver todas sus costuras y durante algunos instantes confluyen los diversos ritmos, solapandosé los distintos palpitares urbanos. Donde la consciencia por la existencia del otro se revela de forma dolorosa. Tras este instante fugaz se alejan. Como un gatito asustado al ver su reflejo en el espejo.
El semáforo en rojo había detenido el autobús justo en perpendicular al
Muerto. El vértigo de lo desconocido les impedía dejar de mirar. La
ventana del autobús escolar se había convertido en una pantalla de cine,
en un capítulo muy extraño de alguna serie. Hipnotizados, a ninguno de los
conductores, le importo el cambio a verde del semáforo.
La corpulencia del tipo se veía magnificada por la extraña postura en que yacía. Como si hubiese quedado congelado en medio de un complicado paso de baile. La parte baja de la chaqueta, gris perlada, le había quedado doblada sobre la espalda y uno de los brazos no se podía ver desde ningún ángulo. La cara tampoco se le veía al tener el brazo que sí se le veía sobre ella. Uno de sus zapatos había terminado a unos dos metros de distancia.
La corpulencia del tipo se veía magnificada por la extraña postura en que yacía. Como si hubiese quedado congelado en medio de un complicado paso de baile. La parte baja de la chaqueta, gris perlada, le había quedado doblada sobre la espalda y uno de los brazos no se podía ver desde ningún ángulo. La cara tampoco se le veía al tener el brazo que sí se le veía sobre ella. Uno de sus zapatos había terminado a unos dos metros de distancia.
El Vivo se acerco al Muerto despacio, con pequeños pasitos, como un padre que entra a comprobar que sus hijos duermen y teme despertarlos. Había recogido el zapato del Muerto y lo llevababa en la mano. Le toco el pie descalzo con la punta de su pie mientras echaba el cuerpo para atrás. Uno, dos, tres toques, cada vez más fuerte, más cerca. Dos segundos debieron pasar para que se lanzara sobre él buscando su cartera, su reloj. Y en un acto, inconcebible e infame, que rayaba en lo abominable, a desatarle el único zapato que tenía puesto.
La indignación se desato en forma de bocinazos e insultos de calibre grueso, manos a la cabeza de señoras y puños en alto de conductores que bramaban por la "falta de respeto". El conductor del autobus entreabrió la ventana para lanzarle (con una efectividad del cien por cien) tres monedas antiguas que guardaba para sus diarias disputas de tráfico. Desde alguna ventana gritaban que ya habían llamado a la policía. El Vivo echo a correr, no sin antes gritar, a modo exculpatorio, que no "estaba muerto ya que sangra". Debió repetir una vez más Sangra antes de perderse tras la esquina.
La ausencia de cartera, reloj y zapatos sirvió como inyección de adrenalina ya que el Muerto se levanto. Aturdido y sangrante, hizo el intento de perseguir al Vivo. Para caer otra vez a los pocos pasos y de paso abrirse un poco más la cabeza contra el suelo. Quedando su rostro de frente a ellos, en una horrible mueca muy parecida a lo que él hacía todos los días por la mañana después de lavarse los dientes.
Separaba lo más que podía los labios pero los dientes los dejaba juntos. Comprobaba la limpieza de sus treinta y dos piezas dentales. Algunas mañana veía algún hilillo de sangre. Y sabía que el sabor metálico lo acompañaría todo el día. Que tenía que haber parado antes de que la pasta se volviese tan roja.
2 comentarios:
Los hilillos de sangre me recuerdan en su tono aséptico, en ese romper con la blancura, en esos tipos que reciben limpios balazos en la cabeza. El agujero, la gotita, y ya tenemos un muerto la mar de guapo. El de la funeraria, si se emplea a fondo, sólo habrá de poner un poquitín de masilla, pasar la lima y maquillar.
Pues no he visto Six feet under últimamente, ya que lo preguntas. Pero sí el último espectáculo de Breaking Bad. Los ocho del primer tramo de la quinta. Joder, Blue. Deberías verlo y escribir sobre eso.
Soy muy aficionado a WW y hace tiempo le dedique alguna entrada....tengo que asimilar bien esta temporada y relamerme pensando en la que falta... Abrazo Amic
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