Ante la incredulidad de sus tías, primas y vecinos, la Junta le concedió una subvención para llevar a cabo, lo que el mismo definía como la Brutalización del Capitalismo. Aquel acto fundacional y reaccionario inauguraría, pensaba el artista, una nueva etapa histórica: el Consumismo Sentimental. (Todos los estudios posteriores descubrían como estos novedosos conceptos no eran más que actualizaciones semánticas de las ideas de Alfred Witsek y la comuna del 84)
La obsesiva lectura de biografías lo llevo a la conclusión de que entre más admiraba al protagonista del libro, generalmente pintores, más interesante era su vida (aunque también ampliaba el espectro a políticos y árbitros de fútbol). Como él mismo era el material de trabajo podría llevarla a cabo, pensó y dejo escrito en su solicitud de subvención. Su gran obra inconclusa y fuente de frustración, mi ballena blanca, solía decir, era un cubo de mil ciento treinta y dos kilos de cocaína que debía exponerse en la plaza mayor de Salamanca. La falta de presupuesto y la "inoperancia de la casta política" fue lo que impidió llevarla a cabo.
Así pues, Néstor Osvaldo Garcimendi recibió ciento cuarenta mil euros para recrear La Vida Desaforada, "que la publicidad y el lobby judío quieren imponernos" (el entrecomillado era el subtítulo original. Fue retirado por misteriosas presiones). Grabaría su progresivo deterioro físico y mental al abandonar sus costumbres "ascéticas y cristianas". Si la vida es una gran obra mi gran obra será mi vida, es el título de un poema-río de ciento catorce versos alejandrinos que el mismo Néstor dejo como guía para futuros biógrafos y discípulos.
El resultado lo pueden encontrar sin dificultad en los vídeos de youtube que él mismo sube. Aunque soporíferos no están exentos de humor, sobretodo en lo tratante a la utilización de las nuevas tecnologías en el fútbol.