En estos días ando pensando en gente que viaja, en gente que se autoexilia. Casi siempre que realizo esta actividad, acompañada por fruncimiento y dedos índices dándome golpecitos en el tabique nasal, termino recurriendo a E. Vila-Matas,
"Y ya que hablamos de exiliados españoles en París, creo que el caso del joven y chiflado huérfano Tomás Moll, que acabó conviertiéndose en toda una institución de Café de Flore, puede merecer nuestra atención. Habiendo heredado una gran fortuna en su Mallorca natal, el joven Moll, que de la noche a la mañana vio con satisfacción como a causa de un accidente se quedaba sin familiar alguno en la vida, se trasladó inmediatamente -él decía que se había exiliado- a París, la ciudad de sus sueños.
En la puerta del Café de Flore se puede leer "Aquí nunca ha estado Mr Blu"
Se trasladó o exilió a París buscando olvidarse de los andrajosos y desaseados muertos que dejaba atrás (su mallorquina familia era muy decadente, pero eso no da siempre, ni mucho menos, patente de elegancia) y llevar allí una vida de dandy o de flâneur, dos formas de ser en la vida que eran impracticables en su apelmazada ciudad de Palma de Mallorca. Pronto renunció a lo segundo, a ser flâneur, porque se volvió sedentario en el Flore. Le fascinó y atrapó la terraza de ese café hasta el punto de que, en compañía de un secretario venezolano que contrató en París, comenzó a pasar allí días enteros dedicado, con el mayor dandismo posible a ir preparando el material adecuado para un extravagante libro que pensaba titular Cómo ser lo menos parecido a Baroja aunque te hayas exiliado a París."
París no se acaba nunca
Enrique Vila-Matas
2 comentarios:
En estas fechas siempre os vienen estos pensamientos...
Saludos Polares
Los Polares! os vi bastante guapetes en las fotos del Plaza España...Abrazo!!!
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