Una escena: Un camión viejo y medio destartalado aparcado a la vera del camino. Bajo la sombra que proyecta este camión sobre el asfalto (un asfalto resquebrajado y grumoso) duerme el conductor. Y nadie dice nada, nadie gira la cabeza. Lo veo e incluso pienso en la inteligencia del conductor. Es más, veo que se ha quitado los zapatos para estar más cómodo.
A lo lejos, remontando la calle, viene el Papamóvil. Joder, pienso, es increíble, el puto Papa. No me paro a pensar en que demonios estará haciendo el Papa en un Polígono. Instintivamente echo a correr hacia el Papamóvil. Las distancias en los polígonos engañan, una calle de Polígono equivale como a tres calles de ciudad. Entre el calor y la emoción por ver al Papa - si, estoy emocionado a pesar de no ser creyente - siento que me palpita el corazón. La puta el corazón, pienso. Seguro que si me muero a nadie en el Polígono le extrañaría ver un cuerpo sin vida tirado en el asfalto. Va con el paisaje, dirá más de uno, le sienta de maravilla a esta calle, dirá otro, es justo lo que nos faltaba para estar a la última, dirá el conductor del camión que se despertaría con el sonido de mi cuerpo cayendo a plomo sobre la acera.
Me paro en seco al comprobar que NO es el Papamóvil. Es un miserable Toro Mecánico. Ni epifanía ni nada. Ni siquiera tuve tiempo a Creer, a Convertirme. Vamos, un asunto normal y corriente en un polígono, uno de esos asuntos que Solo pueden suceder en los Polígonos, uno de esos asuntos que te hacen pensar en extraños mundos paralelos y cosas así. La puta que ridículo, pienso y compruebo, aliviado, que nadie me mira.
1 comentario:
De verdad Azul, necesitas terapia.....
Publicar un comentario