El Polígono Industrial es el agujero negro de lo Hermoso. Un sitio donde la belleza no tiene ninguna intención de entrar, donde cualquier inquietud artística, tiene prohibido el paso. Solo existen los colores opacos y las líneas rectas. Es como un puto cementerio pero sin las flores.
Un Polígono Industrial es un sitio donde se suceden cosas la mar de extrañas sin que nadie se preocupe o muestre la menor inquietud. Los Polígonos están llenos de imágenes apocalípticas e inmundas. Un señal de tráfico oxidada es algo realmente trágico. La muerte de algo inanimado es como concepto difícil de asimilar, pero pasa. Una señal de tráfico oxidada en un cruce vacío, es la mayor muestra de lo cruel y bastardo que es un Polígono.
Una escena: Un camión viejo y medio destartalado aparcado a la vera del camino. Bajo la sombra que proyecta este camión sobre el asfalto (un asfalto resquebrajado y grumoso) duerme el conductor. Y nadie dice nada, nadie gira la cabeza. Lo veo e incluso pienso en la inteligencia del conductor. Es más, veo que se ha quitado los zapatos para estar más cómodo.
A lo lejos, remontando la calle, viene el Papamóvil. Joder, pienso, es increíble, el puto Papa. No me paro a pensar en que demonios estará haciendo el Papa en un Polígono. Instintivamente echo a correr hacia el Papamóvil. Las distancias en los polígonos engañan, una calle de Polígono equivale como a tres calles de ciudad. Entre el calor y la emoción por ver al Papa - si, estoy emocionado a pesar de no ser creyente - siento que me palpita el corazón. La puta el corazón, pienso. Seguro que si me muero a nadie en el Polígono le extrañaría ver un cuerpo sin vida tirado en el asfalto. Va con el paisaje, dirá más de uno, le sienta de maravilla a esta calle, dirá otro, es justo lo que nos faltaba para estar a la última, dirá el conductor del camión que se despertaría con el sonido de mi cuerpo cayendo a plomo sobre la acera.
Me paro en seco al comprobar que NO es el Papamóvil. Es un miserable Toro Mecánico. Ni epifanía ni nada. Ni siquiera tuve tiempo a Creer, a Convertirme. Vamos, un asunto normal y corriente en un polígono, uno de esos asuntos que Solo pueden suceder en los Polígonos, uno de esos asuntos que te hacen pensar en extraños mundos paralelos y cosas así. La puta que ridículo, pienso y compruebo, aliviado, que nadie me mira.